LOS ARTISTAS MUEREN DE PIE

Aunque hayan pasado algunos días sigue doliendo la muerte inesperada del poeta Alejandro Romualdo, así como él otros han seguido el camino. Jorge Salazar, gran periodista, amigo y maestro nos dejó hace poco. Lástima, como ya han dicho muchos, que el Estado haya olvidado su labor de proteger a sus hijos. Qué país sería el nuestro si nuestros poetas, escritores, fotógrafos, pintores, escultores, músicos y todo aquel que eligió el arte y la cultura como carrera y destino fueran impulsados por el Estado.
Indudablemente no tendríamos la tasa de analfabetismo que tenemos y avergüenza. En el sepelio de Alejandro Romualdo no hubo ni por un minuto la presencia de alguien del Ministerio de Educación; entonces, ¿de qué grado de cultura hablamos? Nuestros mejores hombres están muriendo en el completo abandono. Fue con Martín Adán, aún recuerdo la foto de mi padre sobre el poeta en sus últimos días, olvidado. Así ocurrió con el periodista Isaac Felipe Montoro, a quien encontré casi a las cuatro de la madrugada hace algunos años –en pleno invierno- durmiendo cerca del policlínico Angamos esperando conseguir una cita con el médico.
Pasó con Francisco Bendezu, Premio Nacional de Poesía, estuvo solo, agonizando y pobre. Y pasaron los años y el recuento es doloroso, pero allí están los artistas, sobreviviendo ante la soledad, el abandono moral y físico de los gobiernos que los olvidan. La palabra de los artistas teje la historia de nuestra cultura haciéndola más fuerte y representativa; sin embargo, la tragedia de perderlos nos afecta más aún cuando los hemos conocido y disfrutado de su arte.
Mucho, por no decir casi todos, no cuentan con un seguro médico, una pensión para una vida digna al llegar a la vejez. Muchas veces la ayuda de los amigos hace el camino menos duro, pero no debería sufrir el artista como viene sufriendo. No debería mendigar para sobrevivir. No deberían la pena y el sufrimiento abusar de su poder creativo. Pero allí están de pie, caminando a grandes pasos con su poesía, con sus escritos, con su música, con sus pinturas, con su arte.
Siempre dignos con el alma destrozada empujando su voz. Tras sus muertes un busto adornará algún lugar de Lima. En su muerte los amigos se juntarán de nuevo para reclamar el abandono y todo seguirá igual, porque el Estado simplemente no escucha. ¿Sobre qué cifra se ha reducido la pobreza, seguramente el Estado no ha considerado a los artistas o los ha considerado siempre en pobreza extrema? A quien le reclama un artista una vida digna, una muerte digna, ¿quién lo puede escuchar? ¿A dónde van caminando en soledad hasta que la muerte los alcance? No tienen tiempo de reposar tienen que sobrevivir porque los artistas mueren de pie.

Poema A OTRA COSA de Alejandro Romualdo

A otra cosa Basta ya de agonía. No me importa la soledad, la angustia ni la nada. Estoy harto de escombros y de sombras. Quiero salir al sol. Verle la cara al mundo y a la vida que me toca. Quiero salir, al son de una campana que eche a volar olivos y palomas. Y ponerme, después, a ver qué pasa con tanto amor. Abrir una alborada de paz, en paz con todos los mortales. Y penetre el amor en las entrañas del mundo. Y hágase la luz a mares. Déjense de sollozos y peleen para que los señores sean hombres. Tuérzanle el llano a la melancolía. Llamen siempre a las cosas por sus nombres. Avívense la vida. Dense prisa, Esta es la realidad. Y esta es la hora de acabar de llorar mustios collados, campos de soledad. ¡A otra cosa! Basta ya de gemidos. No me importa la soledad de nadie. Tengo ganas de ir por el sol. Y el aire de este mundo abrir, de paz en paz, una esperanza.